miércoles, 8 de enero de 2020

TAROT: VALORAR LOS DETALLES... SIN PERDERSE EN LOS DETALLES


Considero que una de las mejores formas de estudiar Tarot es observando mazos, ejemplares diferentes de una misma cosa, según lo procuraron reproducir artistas, grabadores e impresores naiperos en los diferentes momentos de la historia. Y tomar en cuenta la Historia como marco de referencia que siempre, más que definir, condiciona cualquier obra. Pues sí resulta importante saber que la cuna del Tarot es Italiana, que posteriormente, y tras la dominación francesa del norte de Italia, el Tarot fue "exportado" y reproducido en Francia, y desde ella a muchos países de Europa, para más tarde ser recuperado por la madre Italia. Ella tuvo que esperar a que la dominación Francesa remitiera y a que se desvaneciera el interés por el juego del Tarot en países más al norte, para recuperar su producción. En ese acto, quiso recuperar mensajes y símbolos esenciales de sus orígenes, y además embellecerlo, así como diciendo... "Sres. ESTO es el Tarot". Fue cuando rebrotó el arte naipero para I Tarocchi. 

Expongo en la imagen de más abajo, un puñado de triunfos, por orden cronológico y lugar de producción: 1º (arriba) - el "Budapest Tarot" tal y como lo ha bautizado su restaurador Sullivan Hismans, y que realmente es un Tarot de Venecia, Italia circa 1500. 2º una reproducción del Tarot de Jean Dodal, Paris - Francia, 1701. Y 3º el Tarocco Serravalle, Sesia - Italia, 1880. (Este último es una versión embellecida de lo que ya había comenzado Carlo Dellarocca en Milán en 1835, el estilo "Soprafino" de Tarots, cuando Italia ya recupera la producción de Tarots sin imposiciones de los Franceses). 



En primer lugar vemos al trilero, ese embaucador diestro de toda la vida. En el primer italiano lleva atavío veneciano que no nos sorprende grandemente, ¿si? y un gentío tras él, a la par estupefactos que tentados a lograr vencerle y ¡ganar!. En el Bateleur parisién aún se ven bolitas y cubiletes, pero se perdieron los dados, y aparecieron cuchillos y un bolso abierto. Y cuando Dellarocca y Serravalle los retomaron, directamente lo convirtieron en zapatero remendón tomando un descanso y un trago. 

La alegoría del amor, una de las más desvirtuadas en su exportación y por tanto alejada de su verdadero significado, no hay más que observarla para comprenderla. El anciano, el de lento caminar, conserva siempre fijo su bastón, que pesa y vale más que el nombre que le acomodaron. Es ilustrativo recordar que La Fortaleza puede ser por igual Hércules, que la hermosa virtud. Y cuando la bellísima Rueda quedó transfigurada con esos bichejitos que nunca se supo bien qué eran, tuvo que venir Dellarocca, y después Serravalle, a recordarnos que es la tentadora y caprichosa Fortuna que nos embrutece por perseguirla sin fin. Magnífico resulta integrar al Diavolo sin perderse en valorar quienes son los diablillos esclavizados. Y la Luna, la hermosa, eterna, mágica madre de todo, qué bonita era cuando la llevaba un niño! como el Sol, el cálido y nutricio padre, era prístino cuando mostraba su dar vida al campo. A la Luna Serravalle la ilustró dominando un estuario con todos sus hijos a sus pies, y al Sol, le devolvió la música, pues Apollo nunca se separaba de su arpa. 

En fin, valoremos los detalles, pero sin perdernos en ellos, sino bebiéndolos en copa de datos históricos fehacientes, para que así logremos de verdad comprender los símbolos, y leer Tarot. 

Como siempre... feliz cartomancia... con autenticidad.